No hay lugar para el orgullo y Dios

No hay lugar para el orgullo y Dios

Elegir entre el camino de la humildad o del orgullo, es una seria decisión que puede llegar a determinar los éxitos o fracasos de tu vida.

En el libro de Proverbios, dice:

El orgullo va antes de la destrucción, un espíritu altivo antes de una caída.

Proverbios 16:18

La palabra caída en este versículo no se trata solo de tropezar, sino de una espiral descendente de pecado que eventualmente podría destruirnos.

Una persona orgullosa es el capitán de su alma. Creen que están a cargo y saben mejor que nadie, incluido Dios. La pendiente resbaladiza del orgullo a menudo comienza en este punto, cuando pensamos que sabemos más que Dios. Emprendemos nuestro viaje independiente y obstinado solo para descubrir que nuestro orgullo y falta de capacidad de enseñanza nos está llevando a la ruina. Una persona orgullosa a menudo se sienta a juzgar a los demás, incluso a aquellos que intentan salir y obedecer a Dios.

El remedio para el orgullo viene con una fuerte advertencia:

Dios se opone a los soberbios pero muestra favor a los humildes.

Santiago 4:6

La humildad es el antídoto, lo opuesto al orgullo. La humildad se enfoca hacia afuera, haciendo la pregunta: ¿qué quieren los demás? La humildad anuncia la gracia de Dios, en contraste con la destrucción que sigue al orgullo.

Me encantan las palabras de Jesús a sus discípulos en Marcos 10 en respuesta a su disputa sobre quién se sentaría junto a Jesús en el cielo. Esto suena como un argumento de la escuela primaria, ¿verdad? «¡Yo primero, yo primero!» Aquí está su respuesta:

Jesús los reunió y les dijo: “Ustedes saben que los que son tenidos por gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y sus altos funcionarios ejercen autoridad sobre ellos. No es así contigo. Al contrario, el que quiera llegar a ser grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero será esclavo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

Marcos 10: 42-45

Jesús está diciendo que no debemos imitar al mundo, compitiendo por el poder, el dominio y un asiento especial. En cambio, debemos ser como Él, un siervo. Él es el Rey de reyes y, sin embargo, vino a servir y a dar Su propia vida para liberar a otros. ¡Eso es humildad! Dejamos de lado nuestros derechos y privilegios, y consideramos las necesidades de los demás.

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No podemos seguir a Dios y ser como Jesús si no estamos dispuestos a dejar de lado nuestro orgullo. La salvación misma requiere humildad. Reconocer nuestra necesidad, arrepentirnos y alejarnos de nuestro pecado y quebrantamiento es un acto de humildad. Responder humildemente al regalo gratuito de la salvación nos llevará a una vida de servicio y bendición. Entonces, superémonos y abracemos la humildad, porque eso es vivir con valentía.

Oración:

Señor, rechazo la tentación del orgullo y el camino de la destrucción. En cambio, dame un corazón humilde para seguir Tu ejemplo y recibir Tu gracia.

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