Cristo nos enseña que la prueba de nuestra fe produce paciencia y forja nuestro carácter, aprovechemos y descubramos nuestra mejor versión.
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
Santiago 1: 2/3
“Anhela la prueba” medita en esa frase, ¿le ves algún sentido? Seguramente te puede parecer una locura, pues ¿cómo anhelo la prueba? Te preguntarás, ¿me estás pidiendo que desee los problemas y las dificultades? Sí.
Por más extraño que esto te pueda resultar, es importante que comprendas que si vemos la vida con los ojos de Dios, todo se vuelve totalmente diferente. Desde lo bueno, hasta en lo malo, Dios se manifiesta.
Es común que cuando te pasen cosas excelentes, manifiestes felicidad. Lo que no es usual, es que en momentos en los que los problemas abundan en tu vida, ya sean económicos, familiares, emocionales, alguna pérdida, soledad, entre otros, estés gozoso.
Cristo nos enseña que la prueba de nuestra fe produce paciencia y forja nuestro carácter. Cuando creemos que todos los problemas son obstáculos que hay que pasar para ganar una carrera, la carrera de la vida, vemos las cosas de una manera cambiante.
Pues entendemos que, así como aprendemos de nuestros errores, de la misma manera aprendemos de los problemas. Fortaleciéndonos y cambiando nuestro comportamiento a comportamientos plenos.
Por eso, como deseamos ser personas cada vez más fortalecidas y ser de ejemplo para los demás, debemos anhelar la prueba. Y para esto, hay que mantenerse en constante oración. Para no caer en tentación y para no dejar vencer la esperanza que tenemos por Cristo Jesús.
Procedamos a orar:
Gracias Dios, por lo que me ofreces cada mañana. Gracias Dios por los días buenos y por los días complicados. Padre, te amo, y quiero que mi corazón jamás se aparte de ti.